Hoy me traje la compu a la Facu para ver si puedo pasar las 3 horas y media de clase sin dormirme.
La semana pasada el plomo del profe justo me enganchó con los ojos cerrados y me dijo "No te duermas", pero con un tono que tenía menos de reproche que de pedido de ayuda. Me daba un poco de pena y eso es la muerte del miedo (tampoco se lleva muy bien con el respeto).
El tipo empezó como un arrogante insoportable y hace un mes nos contó que "estaba negociando la salida de su empresa". En otras palabras, lo rajaron.
No debe ser fácil de tragar para alguien en este ambiente súper competitivo, y menos para un creído de este nivel. Sin embargo, no puedo evitar sentir un poco de pena por él.
Probablemente me identifico un poco con él porque sé lo feo que es que te echen.
Cuando era más chico trabajé por poco tiempo en una empresa chiquita, de 20 empleados.
Entré por admiración a un profesor de la facultad, socio fundador de la empresa y de quien yo era ayudante. Tanto lo admiraba que fui ayudante dos años pese a que el horario era lunes y jueves, de 7 a 9 de la mañana.
Este trabajo/ayudantía fue una decepción muy fuerte.
Me di cuenta de que la materia era puro humo, marketing, palabras vacías pero muy fashion. A la vez vi que no aplicaban en la empresita nada de lo que enseñaban en la facultad.
El último trimestre el profesor se fue a Méjico para abrir una sucursal de la empresa y nos dejó a los 4 ayudantes "a cargo" de la materia. O sea, dimos todas las clases, desde la presentación del curso hasta la entrega de notas, preparamos los dos parciales, los corregimos, tomamos los finales y pusimos las notas. Y ninguno tenía más de 25 años.
Empecé a buscar otro trabajo, empapelé internet con mi CV y conseguí una oferta antes de irme de vacaciones. Bastante culpable me sentía cuando me fui, sabiendo que volvía de las vacaciones un miércoles y el lunes siguiente empezaba en el trabajo nuevo. Mi razonamiento fue: si les digo ahora, van a querer exprimirme hasta el último día y no van a dejar que me tome las vacaciones.
El día que volví descubrí que, en mi ausencia, me habían sacado mi computadora con una excusa medio ridícula. Mi jefe no apareció hasta las 6 y media de la tarde pero llamó para pedir que yo lo esperara.
Estuve todo el día al pedo pero con tiempo de ensayar mi renuncia. Incluso me escribí en un papelito todo lo que quería decir y fui al baño a ensayarlo un par de veces frente al espejo.
Finalmente mi jefe llegó, me llamó a su oficina para decirme que sabía que yo estaba buscando trabajo (¿se habrá dado cuenta cuando empecé a ir de traje?) y que lo mejor era no darme más responsabilidades en ese momento si yo tenía un pie fuera de la empresa.
O sea, me echó antes de que pudiera renunciar.
En ese momento me acuerdo de que llamé a mi novia súper contento: no sólo me había ahorrado el mal momento de la renuncia sino que me iban a pagar una indemnización ¡Y ya tenía una trabajo nuevo!
Ahora, que pasaron algunos años, me doy cuenta de que me habría hecho mucho mejor renunciar que dejarme echar. Me habría perdido dos mil pesos, es cierto, pero habría podido vomitarles toda la mierda que me tragué esos pocos meses pero que sigo cargando hasta hoy.
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