Está terminando finalmente el workshop que estoy organizando desde hace dos meses. Le decimos workshop porque somos cosmopolitas y estamos en una compañía internacional, pero en sí fue sólo una reunión de dos días, a la que vinieron algunos extranjeros y varios compañeros de oficina.
Gastamos más de 10 lucas en la sala de reuniones, los almuerzos, la cena, las traductoras, el fotógrafo, un regalito de mierda para todos los asistentes, los remises para todo los extranjeros y un par de pavadas más. No cuento los pasajes de avión y los hoteles porque no lo pagamos desde Buenos Aires, sino cada uno de ellos.
De todas formas, fue como tirar plata al inodoro porque pasé dos días encerrados en una sala, tratando de no dormirme mientras me mostraban cientos de powerpoints y me hablaban en un inglés medio Tarzán (somos tan top que hacemos el workshop en inglés, aunque sólo 2 personas de 20 que vinieron no hablaban español).
Mi papel fue organizar las reservas, hablar con los proveedores y demás cosas logísticas. Fue una pesadilla y ahora tengo mucho más respeto por los organizadores de eventos. ¡Qué laburo jodido debe ser!
Ahora que terminó, espero que se vaya este nudo en el estómago que tengo desde el lunes.
P.D.: mientras yo escribía esto mi jefe dijo unas palabras para cerrar el workshop y, entre otras cosas, me agradeció por armar todo. Todos aplaudieron y me emocioné un poquito...
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